BESOS AL CIELO
Hoy no voy a hablaros de lactancia. Octubre es el mes de la concienciación y visibilización de la muerte y el duelo perinatal. Así que hoy mi mirada y mi energía están puestas en esos bebés que ya no están en nuestros brazos y en las familias que los sostienen en su corazón. Hoy vengo a hablaros del final como parte de la vida y de los profundos lazos de amor que nos unen a otros, independientemente del tiempo que hayamos compartido juntos.
Este es uno de esos temas que siempre nos forma un nudo en la garganta. No sabemos cómo empezar, le damos vueltas, intentamos elegir las palabras correctas, lo postergamos…Lo hacemos porque es algo que duele… mucho.
Por eso, después de darle mil vueltas, he empezado este artículo casi sin preámbulo. Para no darme la excusa de postergarlo buscando un mejor momento o alguna frase más adecuada. Aceptando que también me duele y con la intención de acompañar a quien me pueda estar leyendo. Permitiéndome lágrimas y sonrisas de agradecimiento mientras les recuerdo a ellos y a las personas que me prestaron su mirada, su relato, su experiencia y sus conocimientos para construir esas gafas moradas que ponerme en la consulta cuando, casi siempre de repente, aparece una historia de pérdida perinatal que necesita ser expresada, que se cansó de ser invisible.
UNA SOCIEDAD DE ESPALDAS A LA MUERTE
Las muertes gestacionales son una realidad bastante frecuente.
Se considera que entre un 15-20% de los embarazos confirmados terminan en aborto espontáneo. Esto es 1 de cada 5 embarazos aproximadamente. A estos hay que sumar las interrupciones del embarazo, las muertes gestacionales tardías, las muertes durante el parto y en el periodo neonatal.
Con estos datos, es fácil llegar a la conclusión de que lo verdaderamente excepcional es encontrar a una familia que no haya tenido que transitar esta amarga experiencia. En el caso de que no lo hayamos vivido en primera persona, todos tenemos alguna historia de pérdida temprana cerca, en la familia o en nuestro círculo próximo.
Sin embargo, es algo que NO EXISTE. Es algo que les pasa a otros, que alejamos de nuestra mirada, que rehuimos con todas nuestras fuerzas y nos apresuramos a esconder debajo de la alfombra.
Tanto nos empeñamos en no mirar ahí que la respuesta que les damos a esas familias es negar su dolor, negar la existencia de ese ser que formó parte de sus vidas, negar el derecho a la despedida y al duelo por la pérdida. A ese bebé, sobre todo si no llegó a nacer, también se le niega un nombre, un lugar en la familia y el espacio para su recuerdo.
La muerte no es aceptada en nuestra sociedad. Podríamos decir que estamos en guerra con ella. Nos inventamos mil excusas para ignorarla y otras mil estrategias para esconderla. Las conspiraciones de silencio que se montan alrededor de personas que van a morir pronto, en la que se les habla y se les trata como si nada estuviera ocurriendo mientras el protagonista de la situación disimula no enterarse, dónde todos lloran a escondidas mientras disimulan en público; son una costumbre muy arraigada aún en nuestra cultura.
En las muertes de bebés toda esta situación se multiplica exponencialmente, hasta el extremo de ni siquiera validar la tristeza ni autorizar el duelo; que es el proceso normal que transita una persona ante una pérdida.
Esas situaciones son el resultado de NO PERMITIRNOS ciertas emociones, de la huida constante del DOLOR, de no querer sentir y de no saber comunicarnos.
¿ACASO NO LE TENEMOS TODOS MIEDO A LA MUERTE?
Probablemente sí, pero no todas las culturas se relacionan de la misma forma con este momento inevitable que forma parte de la vida.
Cuando reflexiono sobre la muerte, no puedo dejar de acordarme de los rituales que realizaban nuestros mayores en los que se acompañaba el dolor sin excusa. Nunca me gustaron los lutos de nuestras abuelas pero sí admiraba ese amor con que sabían sostener la despedida en comunidad, en tribu. Recuerdo la última conversación con una de las mujeres de mi vida donde me contaba como se preparaba a las personas para aquel último viaje, cuantas veces lo había hecho por todos los que se fueron y me confesaba con tristeza que sabía que nadie lo haría por ella.
“Ya sólo se mira hacia delante, a la gente no le queda tiempo para mirar atrás ni para decir adiós”
También viene a mi memoria mi viaje por México. En él tuve la suerte de conversar con otra mujer muy sabia que me fue explicando la importancia de lo simbólico en esas conexiones que tenemos con quienes amamos y ya no están a través de nuestros recuerdos.
Aparte de los altares, la comida y la fiesta mezclados con una celebración que nos recuerda la muerte, a mí me llamaban la atención los caminos de flores. Hablamos de la flor de Cempasuchil, de su simbología, los mitos indígenas y la importancia de su olor.
“Te voy a contar un secreto que no muchos saben. Los caminos de flores no son para que los muertos encuentren los altares. Son para que los vivos encontremos los recuerdos que nos conectan con ellos. Este olor nos transporta a la VIDA que hay en nuestro pasado, la que compartimos con ellos, a través de la que vuelven a nosotros desde el otro lado. Nosotros somos su camino a través de otros mundos”
Mi cara debía ser un poema porque me sonrió y me dijo “eres demasiado joven, ya lo entenderás”
Más allá de la espiritualidad, de nuestras creencias, nuestra religión o cultura conseguí llegar a entender, a través de estas mujeres sabias, que integrar una pérdida requiere de ritual y de volver a nuestros recuerdos.
MUERTES INVISIBLES, DUELOS SILENCIADOS
El duelo tiene sus fases, sus momentos, SU TIEMPO…
Nuevamente empujamos a las personas a subirse a la rueda, a ser funcionales, a tragarse lo que sienten y secar sus lágrimas; haciendo una especie de By-pass emocional que se salte todo ese sentir que tanto nos incomoda por no saber acompañarlo ni sostenerlo.
Si las incoherencias entre los permisos de maternidad y las necesidades reales del posparto ya generan un conflicto que nos lleva a entrar en una GUERRA DEL TIEMPO; la negación del impacto emocional que genera esta pérdida nos lleva a situaciones tan desgarradoras como que no te corresponda un permiso por maternidad o paternidad en función de las circunstancias o una determinada fecha de la gestación.
La incomprensión será mayor cuanto más temprana sea la pérdida. Asumimos que la vinculación es un proceso lineal y que una pérdida de pocas semanas debe importarnos menos que una muerte en el tercer trimestre.
Por supuesto esto no funciona así. El número de semanas no marca la intensidad del dolor ni el vínculo que hemos creado con ese bebé. Simplemente porque cada relación es diferente y única. Los lazos que nos unen tienen diferentes grosores e intensidades independientemente de que nuestros caminos se hayan cruzado unas horas o muchos años.
También delimitamos el derecho al adiós en función de si la pérdida es voluntaria o involuntaria. Descargamos todo nuestro juicio moral sobre las personas que deciden interrumpir un embarazo, como si esta decisión invalidase sus sentimientos. Les robamos, sobre todo a las madres, la posibilidad de la tristeza. Escondemos en una atmósfera de clandestinidad, vergüenza y culpa esta difícil decisión. Añadimos crueldad y trauma al dolor sin habernos puesto en los zapatos de esas personas ni preguntarnos la clase de sociedad que somos cuando decidimos culpar y esconder en vez de escuchar, acompañar y sostener.
Quizás sea que CULPAR es hacia afuera mientras que escuchar, acompañar y sostener es hacia adentro. Quizás sea que nos resulta mucho más difícil reconocer, aceptar y trabajar lo que nos mueve y preferimos proyectarlo en el otro sin reparar en lo que ya está cargando.
En cuanto a lo de ESCONDER, no es muy diferente. Con la excusa de proteger a los padres, nos apresuramos en llevarnos al bebé, en eliminar sus recuerdos, en hablar en pasado y en tercera persona para poner distancia… ¿Acaso es posible borrar esa experiencia en tu vida?, ¿Haciendo eso protegemos a los padres o nos protegemos nosotros?
Seguramente no todos los padres querrán lo mismo. Algunos querrán conocer a sus bebés, otros quizás no. Algunos querrán conservar algo de ellos y otros no. El caso es que la decisión les corresponde a ellos, no a los demás. A quienes les rodeamos nos corresponde saber que:
“Difícilmente podrán decirle ADIOS a su bebé si antes no han podido decirle HOLA”
LA IMPOSICIÓN DE HUIR HACIA DELANTE
Inmediatamente después de la pérdida continuará la desenfrenada huida hacia adelante.
Junto a las frases vacías del tipo: “la naturaleza es sabia”, “Dios sabe lo que hace”, “tenéis todo un futuro por delante…” se unirá casi por unanimidad la solución social a este dolor: “TENDREIS OTROS HIJOS”
Incluso en los casos en los que hay un diagnóstico por el que sabemos que un bebé no sobrevivirá pero aún está vivo, se les habla a los padres de sus otros hijos o de los que estén por llegar. Al pasado, al futuro, hacia los lados…cualquier recurso con tal de no estar en el presente, AQUÍ y AHORA.
Es como si el AMOR por los demás hijos fuese incompatible con el DOLOR por perder a este.
“¿qué hijo no te duele? ¿Es que acaso podrías elegir qué dedo de la mano arrancarte sin que te doliera?”
Pues precisamente les pedimos a esos padres que se arranquen el dedo meñique, que corran hacia adelante, que sonrían para no incomodarnos, que borren su tristeza y fabriquen una nueva situación feliz para aliviarnos; sin saber si es su momento o si están preparados para ello.
El caso es que si lo deciden así y con un nuevo embarazo reaparecen secuelas de un trauma no resuelto, en vez de ayudarlos los volveremos a culpar por “haber corrido demasiado”…
Durante esta estampida evitativa sin freno hay veces que el cuerpo nos habla, continuando con la lactogénesis y comenzando con la secreción de leche como consecuencia de ese embarazo que ha activado el proceso neuroendocrino de la lactancia materna. Esas madres viven la realidad de volver a casa con LOS PECHOS LLENOS Y LOS BRAZOS VACÍOS, sin saber muy bien qué hacer. Es común encontrarse con la falta de respuesta e incluso la incredulidad por parte de los profesionales sanitarios en esta situación, ya que puede llegar a producirse en pérdidas incluso inferiores a las 16 semanas de gestación.
Por ello, dedicaremos una entrada en el blog para tratar este tema en profundidad y poder aportar algunas de esas respuestas.
¿Y QUÉ PASA DETRÁS DE LA CORTINA?
Cuando intentamos evitar el proceso normal de duelo por la pérdida de un bebé, borrando su recuerdo o incluso negando su existencia, lo estamos EXCLUYENDO.
Ese enorme esfuerzo por intentar olvidar a ese ser, obviando su lugar en nuestro sistema familiar, es algo tan inútil como intentar tapar el Sol con un dedo. Simplemente porque “la PERTENENCIA es un derecho irrenunciable”, como bien menciona Bert Hellinger en su obra Los Órdenes del Amor.
Por mucho que disimulemos, nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro inconsciente tienen muy clara esa existencia y no tardarán en buscar la forma de expresarla.
Si no sanamos nuestras heridas, las proyectaremos. Especialmente en nuestros hijos, y concretamente en ese hermano que todos se empeñan en señalar como “solución del problema”.
Nuestro siguiente hijo puede cargar con el peso de venir a llenar un vacío, de ser el sustituto del que se fue. A veces, incluso, poniéndole el mismo nombre…
Sabiendo que cada persona es única, maravillosa e irrepetible, es tremendamente injusto pretender que alguien cargue con la expectativa de venir a este mundo a ocupar el lugar de otro, a tener su papel.
Queriendo tapar el dolor, estamos robándole su lugar a un bebé y su identidad a otro, enfrascándonos en un bucle de conflictos y discordias sin sentido que será muchísimo mayor que el tiempo que nos robamos para llorar, despedirnos, aceptar y sanar nuestra pérdida.
Todo este planteamiento está hecho desde la CARENCIA, desde la falsa idea sobre la falta de recursos y la fragilidad que tenemos los seres humanos para sobreponernos a la dificultad.
La realidad es bien distinta. El AMOR es una emoción que se expande tantas veces y con tantas formas como sean necesarias en nuestra vida. Cualquier madre o padre que tenga varios hijos ha comprobado que es INFINITO. No es necesario quitarle nada a nadie porque sobra espacio en nuestro corazón.
La diferencia entre la figura lúgubre del hijo de sustitución o la esperanzadora y luminosa del bebé arcoíris radica, más que en el tiempo para sanar, en permitirnos todo ese Amor, en regalarnos el espacio que necesitamos y darnos el lugar…
Me gusta apoyarme en Hellinger para explicar estas situaciones, aunque otros conceptos no me gusten tanto, porque nos ayuda a comprender que se trata de lugar mucho más que de tiempo.
La vida suele ser todas aquellas cosas que nos pasan mientras nosotros planeamos cómo deberían ser.
Hay veces que los tiempos de despedida se mezclan con la bienvenida de un nuevo bebé, con la supervivencia de un gemelo o con la inminencia de un nuevo proceso de reproducción asistida como si fuese el silbido de ese último tren hacia la maternidad o paternidad.
Todas estas situaciones requieren ser acompañadas a la vez, sin ese antes y después que nos pide nuestro cerebro racional, sin prisa ni juicio.
CUANDO LAS PALABRAS SOBRAN, UN ABRAZO BASTA
Nos corresponde como sociedad dejar de mirar para otro lado.
Le corresponde a los sistemas sanitarios dar cabida de una forma sensible y respetuosa a todas estas situaciones porque su primera obligación es no hacer más daño, que es lo que ocurre cuando un protocolo desactualizado o su inexistencia convierte el dolor en sufrimiento.
Nos corresponde a los profesionales que estamos en contacto con estas familias trabajarnos las heridas y los miedos que llevamos en nuestras propias mochilas para no proyectarlas, dejando nuevas cargas en el proceso de duelo de estas personas. Reconocernos humanos y vulnerables frente a la muerte nos ayuda a buscar ese sostén y esos cuidados que nos permitan sostener y cuidar. Nos toca terminar con la distancia que aprendimos a poner para protegernos de unas emociones que son inevitables; que sólo nos alejan de las personas a las que queremos ayudar.
¿Y esto cómo se cambia? ¿Cómo se hace? ¿Por dónde se empieza? Pues, exactamente, no lo sé. Creo que se empieza por no saber. Cualquier cambio requiere desaprender algunas cosas y reaprender otras.
Puedo decir que tuve la suerte de encontrarme en mi camino de reaprendizaje con Pilar Gómez-Ulla; una experta en cambiar marcos y abrir ventanas que me ayudó con sus formaciones a entrar en esta energía del ADIOS desde otro lugar mucho más luminoso.
El libro Duelo Perinatal, que ha escrito junto con Manuela Contreras García, es para mí un imprescindible en ese proceso de transformación en el que ya estamos como sociedad.
Iniciativas como las cajas de recuerdo, donde atesorar esos objetos que te conectan con tu bebé; habitaciones de hospital donde se elimina la prisa y se da el espacio para una despedida acompañada; formaciones que permiten a los profesionales atender a estas familias y también lo que les mueve… A veces nos parece que va más lento de lo que nos gustaría. Pero si damos un paso atrás que nos permita desenfocar, nos damos cuenta de que ya es una realidad en marcha.
A todas las asociaciones, los grupos de ayuda mutuo, las instituciones y las personas que hoy forman una red que vuelve a acompañar el dolor sin excusa
Con todo este viaje en mi retina, vuelvo a ese momento en que unos padres se sientan frente a ti y te confían su historia buscando alguna respuesta. Aparto el ordenador, descuelgo el teléfono y me levanto a cerrar la puerta por completo mientras pienso que lo más probable es que no la tenga. Inmediatamente viene a mi memoria el olor del cempasúchil y todas esas frases que otros me prestaron como mapa para guiarme en este viaje:
Todos los bebés que nos dejaron de forma temprana no merecen nuestro olvido sino nuestro Amor. Merecen formar parte de nuestras vidas y de nuestros recuerdos.
Sus familias merecen sentirlos, nombrarlos, llorarlos y despedirlos de la forma que ellos crean adecuada. Su duelo es tan importante como cualquier otro. No puede estar prohibido.
No nos hacemos ningún favor como sociedad volviéndolos invisibles. No existe un bien mayor, ni un “Dios sabe lo que hace”. Aceptar que el dolor por su pérdida nos hace vulnerables, nos permite aprender que todos necesitamos ser sostenidos alguna vez.
Todas esas familias necesitan nuestro abrazo. Uno de verdad.
Necesitan nuestra escucha y nuestra comprensión, la de verdad, no “como si…”
Necesitan respeto a sus tiempos.
Necesitan que estemos presentes cuando el dolor apriete, sean cuales sean las circunstancias, sin excepciones.
“A TODOS ESOS BEBÉS QUE COMPARTIERON SU VIDA CON NOSOTROS, TOCANDO NUESTRO CORAZÓN PARA SIEMPRE, HOY LES ENVÍO MIS BESOS AL CIELO”
RECURSOS Y GRUPOS DE APOYO EN DUELO PERINATAL:
Umamanita. Asociación de apoyo para la muerte perinatal y neonatal.
Listado de grupos de apoyo en España y países de habla hispana.
https://www.umamanita.es/grupos-de-apoyo-duelo-perinatal/
Red el hueco de mi vientre. Red solidaria para familias que han perdido un hijo en el vientre o al poco de nacer
https://redelhuecodemivientre.es/
Matrioskas. Asociación Andaluza de apoyo al duelo perinatal, gestacional y neonatal.
A Contracor. Asociación de ayuda a familias en duelo en situaciones de interrupción voluntaria del embarazo ILE e IVE (Grupos de Ayuda Mutua presencial y online). Barcelona
El pijama de Gary. Acompañamiento presencial y online en pérdida gestacional. Ayuda y apoyo en la búsqueda de servicios relacionados con la muerte gestacional y neonatal.
https://elpijamadegary.wordpress.com/
Esku Hutsik. Asociación de Duelo gestacional, perinatal y neonatal de Euskadi y Navarra.
https://www.instagram.com/esku_hutsik/?hl=es
FEDUP. Federación Española de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal
Heriotza Haurrekin. Infancia y muerte ¿Cómo Hablar con ellos?
https://www.instagram.com/heriotzahaurrekin/?hl=es
Movimiento Rubén. Lactancia en Duelo
https://www.movimientoruben.es/
Norma Grau Fotografía y Duelo
RECURSOS AUDIOVISUALES (YOUTUBE)
Camino a la Maternidad.
Entrevista/Testimonio de la vivencia de una madre con pérdidas gestacionales y diagnóstico de trombofilia en su búsqueda de la maternidad.
https://www.youtube.com/watch?v=stshZlMowIY
La geometría del ombligo.
Proyecto audiovisual sin ánimo de lucro sobre muerte perinatal.
https://www.youtube.com/watch?v=hOci19wYQiw (parte 1)
https://www.youtube.com/watch?v=eKI1qDAv0iY (parte 2)
Ayudame a ampliar la red. Si desde cualquier parte del mundo, conoces algún recurso que pueda ser útil a otras familias en situación de duelo perinatal, escríbelo en comentarios con el enlace a su página o los datos para acudir. Gracias
Una publicación muy buena que toca un tema muy sensible del que pocos hablan. Felicidades Elia por hacernos ver esta realidad que duele.