LA GUERRA DEL TIEMPO

LA GUERRA DEL TIEMPO

Esta es la historia de un conflicto que se viene sucediendo desde hace más o menos un siglo y que no tiene nada que envidiarle a la famosa Guerra de los 100 años. 

La mayor diferencia con otra guerra histórica es que esta no sucede fuera sino dentro de nosotras. Por lo demás, hay el mismo potencial lesivo. 

La gran dificultad que encierra, es la de no saber muy bien contra quien dirigir tu rabia. En los conflictos suele haber un enemigo contra quien descargar tu agresividad pero, en este en particular, no tienes un lugar donde colocarla. 

Las nubes de algodón no te dejan ver el Norte. Así que terminas asumiendo una especie de enfado continuo contigo misma por NO LLEGAR A TODO.

Puede que hayáis llegado a este artículo desde el link de enlace donde os explicaba LA NADA. Si no es así, os recomiendo leerlo porque ambas forman un bucle que es necesario entender para encontrar el sentido de que estemos hablando de ellas en un blog de lactancia.

Si LA NADA podría resumirse en la frustración que genera el momento de tener que parar, la GUERRA DEL TIEMPO comienza con la ansiedad que genera tener que volver…

Son miles las lactancias que se abandonan en este torbellino emocional sin que exista ninguna dificultad física, ninguna otra circunstancia que las condicione y con el total deseo de esas madres de amamantar a sus bebés.

Muchas madres me plantean, incluso en la primera consulta, su angustia por como continuar la lactancia materna cuando se incorporen al trabajo. Dudan sobre si el proceso de aprendizaje que supone establecer una lactancia eficaz merece la pena, sabiendo que todo las va a empujar a un destete precoz en unas pocas semanas.

Me transmiten la dureza que supone comprobar que, a pesar de toda la información recibida durante el embarazo para que se inicie la lactancia materna, muchas se han visto abandonadas frente a las dificultades.

Más que ayuda han recibido presión social para amamantar para luego recibir un montón de información contradictoria y más presión social para que dejen de hacerlo.

Les doy la razón porque la tienen.

Nuevamente toca apartar la pantalla, tender una mano y explicar que comienza un conflicto del que no se van a librar, independientemente de la opción de alimentación que escojan. Acaban de chocar con la realidad de que la crianza no tiene cabida en la sociedad de La Rueda. Lo que se les pide, mucho más allá de elegir entre lactancia materna o alimentación con fórmula, es que se separen de su bebé en todas las formas posibles. Se les pide que acallen cualquier instinto mamífero en un momento en el que todo nuestro cuerpo nos pide a gritos que lo escuchemos.

La situación que me exponen, la verdadera angustia que me plantean, no hay biberón que la arregle.

CONTRARRELOJ

Es difícil cuantificar la cantidad de energía que supone sostener a otro ser humano desde su concepción hasta la edad adulta. Una carrera de fondo donde pones cuerpo, mente y alma para garantizar la supervivencia de un ser que lo necesita todo de ti. Muchas veces sólo de ti y sin libro de instrucciones.

El nuevo punto de equilibrio nos tocará descubrirlo a base de acierto y error, de ir comprobando qué nos sirve o nos sirve para encontrarnos bien. Por supuesto, tampoco hay libro de instrucciones porque es diferente en cada una.

Para lograrlo cuentas, en el mejor de los casos, con un exiguo permiso de 16 semanas que han tenido la ironía de llamar DESCANSO MATERNAL. El extremo del sarcasmo llega al comprobar que se trata una durísima batalla contra el TIEMPO en la que recuperar a marchas forzadas las mínimas capacidades que te permitan volver a subirte a la RUEDA. Si no lo conseguiste, te vas a tener que subir igual, cómo sea…

No hay ni una sola necesidad del bebé contemplada en este permiso. Todo es forzado para que encaje en la expectativa del adulto. De ahí nuestra necesidad de que duerman como no duermen, coman como no comen, se comporten de una forma determinada que no se corresponde con su realidad y busquemos soluciones a problemas que no tienen o a los que les creamos entendiendo la normalidad desde nuestra necesidad en vez de llegar a comprender la suya.

LAS DOS VELOCIDADES

El ritmo de la crianza y el de la vida que hemos construido tienen dos velocidades muy distintas. Las madres se desdoblan para poder mantenerlas, intentando HACERLO TODO, sostenerlo TODO con ese nuevo súper poder que les han vendido.

El precio de esta disociación es muy alto. Mezclando rápido y lento siempre nos quedaremos en un término medio que nos da la sensación de no llegar. Demasiado lentas para la RUEDA, demasiado rápidas para nuestros bebés. Estresadas, frustradas, agotadas… a veces, hasta romperse.

Si tuviéramos unas gafas especiales para ver fracturas, nos echaríamos las manos a la cabeza observando la cantidad de personas con algo roto que van haciendo malabares para poder sostener incoherencias que les permitan encajar en la norma.

Criando como si no trabajasen, trabajando como si no criasen…

¿Os ha tocado conducir sin haber dormido dos horas seguidas en medio de un atasco a recoger a vuestro bebé sabiendo que la guardería cierra en media hora? ¿Cuántos habéis usado el viejo truco de dar antitérmico antes de la entrada al cole al no tener ninguna posibilidad de quedaros a cuidar de vuestros peques en casa porque os jugabais el puesto de trabajo? ¿Cuántos distractores, comida basura, falta de límites o conductas disruptivas os cuesta el no poder estar presentes cuando vuestros hijos lo necesitan? ¿Cuántas veces os han juzgado por vuestras propias reacciones, por no llegar, por no dar el nivel a pesar de estar dando el 400% de tu capacidad?

¿Os parece una cuestión de Salud Pública?

A las que se resisten, escuchándose a ellas mismas, a su bebé y a su cuerpo; les caerá un juicio implacable.

Los padres han comenzado a sufrir sus propios juicios conforme las medidas de conciliación se van asentando en la corresponsabilidad de la crianza. He conocido a muchos que han perdido su trabajo por atreverse a solicitar su BAJA POR PATERNIDAD. Se les plantean fórmulas de todo tipo para saltarse un derecho que, más que de ellos, es de sus bebés. Incluso algunos, muy valientes, me cuentan en la consulta sus situaciones de acoso laboral al haberse atrevido a reducir su jornada para poder atender las necesidades que tienen como familia.

Pero aún hay algo que nos separa en cuanto a género, La Culpa…

Como madre, nunca tardan las voces dispuestas a conectarte con alguna CULPA. Da igual lo que hagas, siempre serás culpable de algo.

Tampoco hace mucha falta que te culpen porque ya lo haces tú sola. Como os contaba al principio, toda esa agresividad no expresada desde el instinto hace que termines dirigiendo la rabia contra ti misma.

Que te creas todas las culpas y te inventes otras tantas mientras te pides alcanzar una perfección imposible es una consecuencia de intentar callar al cuerpo.

EL MAYOR ROBO DE TODOS LOS TIEMPOS

Seguro que habéis escuchado hablar de esos famosos ladrones de tiempo que te hacen desenfocarte y perder minutos, o incluso horas, que podrías estar dedicando a ser más eficiente en términos de productividad.

Sin embargo poco o nada se habla de los ladrones de tiempo en términos de crianza y de que, en este caso, solemos ser nosotros mismos y nuestra obsesión por enfocarnos eficientemente hacia lo productivo quienes nos robamos.

Estoy hablando de nosotros porque el robo en si es universal pero la transformación en el cuerpo nos toca a nosotras. Nos robamos tiempo a nosotras, a nuestros hijos y a todo aquello que no tenga que ver con un resultado inmediato y palpable.

Durante siglos hemos cargado con el cartel de la locura, la inestabilidad y la histeria por reaccionar como lo haría una leona si alguien venía a arrebatarte a tu cría. Hemos intentado arrancarnos el instinto y desoir a nuestra biología para intentar escapar al juicio del desequilibrio para terminar robándonos lo único que necesita la naturaleza para seguir su curso, el TIEMPO.

De esta forma, todos enfocados en ser productivos y adecuados, dejamos de disfrutar de nuestro momento RE-PRODUCTIVO.

LA FUSIÓN EMOCIONAL

Nuestros bebés y nosotras hemos sido UNO durante muchos meses. Esa fusión que nos conecta no desaparece tras el parto, ni cuando se corta el cordón. En ese momento, nuestros cuerpos pasan a ser DOS pero seguimos fusionados. Nos retroalimentamos constantemente, compartimos nuestras emociones, nuestras bacterias, nuestra energía…

Esas conexiones intangibles entre una madre y su bebé no son una amenaza sino una realidad necesaria en nuestra evolución. Es de dónde venimos y lo que nos construye.

La fusión con nuestros bebés no dura eternamente. Se irá transformando para dar paso a nuevas formas de relación. Pero es eso lo que necesitamos, TIEMPO.

¿Le pedimos a una pera que madure antes de tiempo? Bueno…realmente si lo hacemos. El resultado es que pierde su sabor, su aroma, su esencia.

El puerperio no dura 6 semanas, tampoco 16. Cualquiera que se haya enfrascado en esa guerra comprenderá que es una locura insana plantear haber recuperado un equilibrio tan complejo a fin de plazo.

La fusión emocional con nuestros bebés durará con esa intensidad desbordante durante el primer año, durante el segundo, durante el tercero…nos destruiremos y reconstruiremos en muchas ocasiones intentando buscar un nuevo equilibrio; nos transformaremos en otras personas y, SÍ, volveremos a subirnos a LA RUEDA.

Ese TIEMPO, como cualquier otro, pasa. Volveremos a hacer masters, oposiciones, proyectos… pero deja de robarte porque, además de que el TIEMPO PASA, NO VUELVE. Es tuyo y de ellos, es vuestro y es único.

En un país donde la media de hijos no llega ni al 1,5 es absolutamente ridícula la presión que se ejerce sobre las familias proponiendo fórmulas que disfrazan separación con un traje de conciliación.

Como en la burbuja inmobiliaria, nos estamos robando a futuro. También como en ella el coste recaerá en nosotros y en ellos.

Si la pera pierde su esencia a base de inventarnos fórmulas para que maduren deprisa ¿qué perdemos los seres humanos con todo esto?

Nuestros niños y niñas nos observan absorbiendo toda esa información que transmitimos en lo que hacemos, en cómo vivimos la realidad, en cómo decidimos y en qué consideramos importante. Esa será su verdad.

Mamá y Papá serán sus cimientos y las ventanas desde las que mirarán al mundo.

¿Para qué vivir un momento vital tan transcendente en forma de una guerra interna contra el TIEMPO?

¿SE PUEDE HACER DE OTRA FORMA?

Las voces más críticas mantienen que dar respuesta a esta necesidad es insostenible para el sistema. A mí se me ocurre preguntarles

¿Quién está SOSTENIENDO y a QUÉ PRECIO el sistema actual?

Estoy convencida de que no sólo se puede sino que probablemente sería mucho más eficiente dejar de engordar la cuenta de todo lo que nos cuesta como sociedad mirar hacia otro lado y proponer medidas de flexibilidad real e incorporación progresiva al trabajo teniendo en cuenta las necesidades reales de la crianza.

Hay muchas fórmulas en diferentes países pero, basándome sólo en los estudios que indican que la productividad desciende conforme se aumentan las jornadas laborales y todos los gastos directos e indirectos derivados de la falta de conciliación en los que podemos incluir las bajas laborales por problemas de salud derivados de esos niveles de estrés imposibles; ¿no merecería la pena revisar un modelo que garantice una calidad de cuidados de la infancia y una flexibilidad que permita una conciliación real?

Reconozco que no tengo la solución. Tanto a los que estéis de acuerdo con lo que expongo como a los que estas palabras os enfaden profundamente sólo me sale deciros que los grandes avances siempre comenzaron a partir de una pregunta incómoda y que nunca nada cambió repitiendo la misma secuencia que nos llevó al problema.

Podría pasar que al incluir en la ecuación el valor de los cuidados y el gasto real de la ausencia de RED, de repente saliesen las cuentas y encontrásemos una fórmula eficiente que nos saque de la gran crisis de la INSOSTENIBILIDAD.

Confío en la magia de las redes y en que alguien con capacidad para hacer grandes cambios lea algún día un artículo que le inspire una propuesta que responda a la necesidad real de las familias.

Mientras tanto, me sentaré a escuchar cada historia. Inventaremos soluciones a situaciones imposibles tejiendo recursos aislados hasta que formen una RED que pueda prevenir que se caigan, que intente impedir que se rompan.

A veces tocará rendirse a lo que no se puede sostener. Otras veces tocará pelear lo que es justo, defender tus derechos o marcar tus límites. Dependerá de elegir bien qué batallas son para luchar y cuales para retirarse, sin perder de vista que el objetivo final es la paz.

La tuya, la interna,…la única que importa.

Nuevamente se crea un silencio. Uno cómodo que permite el espacio para hacer sus reflexiones, para tomar sus decisiones, y una nueva frase que les recuerde que estaré ahí para acompañarlas, cualquiera de ellas.

“VAMOS A SENTIRNOS HOY, QUE YA CRUZAREMOS ESE PUENTE MAÑANA”

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